lunes, 1 de abril de 2013

El baile flamenco no tiene fronteras


Parece un tópico, pero no lo es. En la historia del baile flamenco no faltan nombres ilustres para dar testimonio de esta realidad. En Méjico nacieron Manolo Vargas, Roberto Iglesias, Lucero Tena, Roberto Ximénez y Luisillo; en la Argentina Rafael de Córdova y José Granero; y en Italia, aunque se recrió en Estados Unidos, José Greco. Es más, hoy son decenas las extranjeras que asisten a diario a las academias. La mayoría no pasa de repetir los cuatro pasos que allí aprenden, pero hay excepciones. Zsófia Pirók lo es.


Anoche llenó y cautivó a cuantos acudieron a La Caja Negra. Nos reconcilió con los conservatorios de danza. Al menos, con el de Sevilla, donde desde hace unos años hay una buena maestra de flamenco, Ana Moya. Y es que es ahí donde se está formando Zsófia, una húngara que baila de maravilla. Porque tiene conocimiento, buena figura, arte y pasión por el baile. Tres cosas que demuestra cada vez que se sube a un escenario.

Bailó por soleá y por alegrías e hizo dos bailes completos, como deben ser, con todos sus avíos: marcajes, braceo, manos, figuras, escobillas, expresividad...


Vino además muy bien acompañada. Al cante Pilar Campallo, que dio toda una lección por tangos. A la guitarra, Juan José Bando, y a la percusión Sergio Fernando, un uruguayo. Los dos abrieron la noche con una preciosidad de guajira.


El público los recompensó a todos aplaudiéndoles con fuerza y con esa sonrisa de satisfacción que se le pone a uno cuando está disfrutando de verdad con el baile flamenco. ¡Enhorabuena, Zsófia!

José Luis Navarro

Nota de interés
Si no la han visto bailar, o si quieren volverla a ver, este jueves, 4 de abril, baila en la Sala Garufa.